viernes, 23 de diciembre de 2011

Carta a un gurú que perdió su empleo. Dedicada en su día, "in péctore", a D. Luis de Guindos.

CARTA A UN “GURÚ” QUE PERDIO SU EMPLEO

Querido amigo:

Leí tu último artículo publicado en un periódico económico nacional, en el que abordas de forma clara y divulgativa el problema de las entidades financieras y de seguros americanas, pero como tengo una mente lógica –creo-- no acabo de ver claro qué es lo que nos llevó a esta situación. Me explico. Norteamérica es el paradigma de la Economía, esa disciplina que trata de explicar lo que ocurre en el mundo económico y social después de sucedidos los hechos, además de hacer previsiones que casi siempre no se cumplen. Y sino que se lo pregunten al señor Solbes. Te recuerdo una cita de Lord Keynes sobre los economistas: “Las ideas de los economistas y las de los filósofos políticos, lo mismo cuando están en lo cierto que cuando se equivocan, son mucho más poderosas de lo que comúnmente se cree. A decir verdad, son ellas las que rigen casi totalmente el mundo.” Es cierto, pero también pueden provocar grandes desastres, como la catástrofe actual. ¿Habrá que acudir a la “teoría de las catástrofes”, de René Thom, para entender lo que está sucediendo? ¿O recurrir al último libro de George Soros sobre las causas de la crisis? ¿Se puede hacer caso de un especulador de los mercados monetarios y de valores, metido en los últimos años a filántropo? Porque cada uno habla de la feria según le va en ella.

Trabajé varias décadas en el sector bancario, en ese tiempo pasaron crisis de todo tipo, pero nunca hubo tanta falta de liquidez ni tanta desconfianza entre las entidades del sector. Ni nunca éstas actuaron con tanta ligereza en sus inversiones. Volviendo a Norteamérica no encuentro explicación que profesionales, altamente cualificados, con estudios en las mejores Universidades y Escuelas de Negocios de EE.UU., pudieran actuar o permitir que en sus empresas la inversión y comercialización de “activos tóxicos” --por llamarlos de forma educada-- pudieran llevarlas a la quiebra. Ni que países de la Vieja Europa los imitaran. Los que dirigían estos bancos, y también algunas compañías de seguros, no eran banqueros, sino meros especuladores. Entre nuestros Valls Taberner, Barrié de la Maza, Aguirre Gozalo, etc. y el señor Richard Fuld (Lehman Brothers), por poner unos ejemplos, hay una diferencia sustancial, unos fueron banqueros y el americano, un especulador (por llamarle de alguna manera) ¡Estoy espantado! No entiendo nada, y creo que algo sé de Banca.

Quiero decirte que en estos últimos meses me dediqué a profundizar en temas de riesgos bancarios y el papel del Banco de España en la crisis inmobiliaria --la nuestra, no la americana-- trabajos que reuní en una trilogía. Uno de ellos, se titula: “El Banco de España y la crisis financiera”, pendiente de publicar en “Iberfinanzas.com”. En este trabajo llego a conclusiones y, una de ellas, es que nuestro regulador y supervisor bancario podría haber evitado la crisis inmobiliaria o, al menos, disminuir sus efectos, --si hubiera cumplido su papel-- no permitiendo la concentración de riesgos en el sector constructor/inmobiliario, y sus derivaciones. Ahora todo son lamentaciones. No obstante, debo decir --así lo creo-- que los clientes bancarios deben estar tranquilos con sus depósitos. En las crisis económicas que he vivido, en las que desaparecieron un número considerable de bancos, en ninguna de ellas perdieron o mermaron sus depósitos, asegurados ahora mismo hasta 20.000 euros por titular. Sólo perdieron los accionistas, y no todo.

En nuestra Europa también tenemos problemas, que han costado hace meses dimisiones de presidentes bancarios, en concreto los últimos Presidentes de la Société Générale de Banque y la Unión de Bancos Suizos, por poner dos ejemplos foráneos. Y aún no se sabe todo, pues los gobiernos y las autoridades económicas europeas son mucho más cautas que las de EE.UU. Los que dirigían estas grandes empresas americanas, no eran precisamente “bachilleres”, pero tampoco eran banqueros de formación generalista (es decir: especialista de todo, según definición de Lázaro Carreter), sólo sabían de CDOs, CDS, etc., y actuaban sin ningún control y, además, carecían del oficio de banquero. Ahora le echaran la culpa del desastre a la falta de regulación adecuada de las entidades y mercados financieros, cuando EE.UU. forma parte del Comité de Supervisión de Basilea, creado en 1974, organismo que integra también a los Gobernadores de los bancos centrales de los países más importantes del mundo. Este Comité --como sabes— no tiene autoridad supervisora de ámbito supranacional, pero sus normas y directrices --conocidas como “Basilea II”-- han sido aceptadas por todos los países integrados en el organismo, para su puesta en práctica. Lo mismo ocurre con las NIIF/NIC, Normas Internacionales de Contabilidad. En realidad, lo sucedido en EE.UU. y en la Vieja Europa, no es ni más ni menos que el fracaso de las sociedades auditoras (recuerda el caso “Enron”, entre otros), las sociedades de “rating” y las sociedades tasadoras de inmuebles y, lo que es más importante, de los organismos supervisores de las entidades y mercados financieros (FED, SEC), y lo que le pueda tocar al Departamento del Tesoro.

Pero en nuestro país también fallan los reguladores y los encargados de la vigilancia de los mercados financieros, como ya he indicado. Pero hay más. Hace unos días, la CNMV publicó una nota para recordar a los intervinientes en Bolsa, la prohibición de realizar operaciones en descubierto, es decir, no vender títulos que no sean propiedad del vendedor o que éste los obtenga de un préstamo de títulos. La CNMV tuvo que ser advertida de esta práctica por parte de un banco mediano. La Junta Rectora de la Bolsa de Madrid tampoco tomó, que yo sepa, iniciativas en tal sentido. La regulación existe, pero hay que hacerla cumplir y no mirar para el otro lado.

Para terminar, permíteme que te recuerde una frase que define a estos aprendices de banqueros, los de la ruina, los que acabaron con tu empleo. Está escrita en diciembre de 1863:
“Persiga un negocio bancario directo, honesto y legítimo. No deje que la perspectiva de grandes beneficios le tiente a hacer nada que no esté permitido por la Ley de Moneda Nacional; los espléndidos financieros, en el mundo de la banca, son generalmente o farsantes o truhanes.”
Es de Hug McCulloch, en aquel entonces, Interventor de la Moneda, y más tarde Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, contenida en sus “Recomendaciones a los banqueros de 1863”.

¡Mucha suerte, querido amigo! Para nosotros, también.

Santiago, 30.09.08.

José Gómez Blanco. Analista Financiero (IEAF)
afonsodelaxes@hotmail.com

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NOTA: Este artículo fue publicado en “Gees.es” con fecha 6 de octubre de 2008, y lo cuando lo escribí lo dediqué “in péctore” a D. Luis de Guindos, cuando cesó como Presidente para España y Portugal de Lehmans Brothers, a raíz de la quiebra de este banco de inversión americano, ya que consideré que no debía hacer constar una dedicatoria explícita, por razones obvias. Hace dos días, ha sido nombrado Ministro de Economía por el Presidente Rajoy, y las críticas no se han hecho esperar por su pertenencia al banco quebrado. Creo, no obstante, que para el desempeño de su función, va a ser importante el trabajo desarrollado en el banco de inversión y sus relaciones con el mundo financiero americano (bancos, fondos de inversión, personalidades económicas, etc.), que pueden reportar indudables beneficios para nuestro país. En ese sentido, le deseo mucha suerte. Se trata de una persona asequible, que siempre respondió a mis sobre algunos de sus artículo publicados en “El Mundo-Mercados”.
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miércoles, 21 de diciembre de 2011

EL RIESGO DE DIRECCIÓN EN LAS EMPRESAS

L RIESGO DE DIRECCIÓN EN LAS EMPRESAS

SUMARIO:

1: El riesgo de dirección: introducción. 2: ¿Qué es el riesgo de dirección? 3: Casos reales y efectos del riesgo de dirección en las empresas. 4: El escaso poder de los accionistas en las sociedades que cotizan en Bolsa. 5: Algunas soluciones para evitar este tipo de problemas. 5.1: Las operaciones “fuera de balance” (off-balance-sheet). 5.2: Las cuentas de orden. 5.3: Las Cuentas de Orden en la Banca. 5.4: Resumen sobre este tipo de cuentas. 5.5: La representación de los accionistas en la Juntas Generales. 6: El Gobierno de las sociedades y los consejeros independientes. 7: La próxima reforma contable y reflexión final. -Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN

A finales del pasado año, al revisar mis archivos, di casualmente con un trabajo publicado hace algunos años en la revista “Prospects”, de la Unión de Bancos Suizos, sobre los nuevos riesgos en el negocio bancario, en concreto sobre los nuevos productos financieros, los derivados. Al desarrollar las distintas clases de riesgo, el autor los clasifica mediante círculos concéntricos. En uno de estos círculos sitúa al riesgo empresarial o estratégico, común a toda clase de empresas. Pero al desarrollar con ejemplos en qué consistía este tipo de riesgo eché en falta la mención al riesgo de dirección, que afecta sobre todo y de forma especial a las grandes empresas, y me puse a reflexionar sobre ello, echando mano de documentación relacionada con el tema y también de mis experiencias profesionales.

2. ¿QUÉ ES EL RIESGO DE DIRECCIÓN?

Se trata del riesgo que se deriva de la gestión de los altos directivos, que podría estar implícito dentro del definido como estratégico, pero soy de la opinión, dada su importancia , que debe situarse en un nuevo círculo, el más interno de todos, a modo de como Galbraith gradúa el poder en las empresas (sociedades), situando a la “tecnostructura “ (los altos directivos no accionistas o con participaciones no significativas), en el que se concentra el mayor poder de decisión y por tanto la existencia de un riesgo latente en sus actuaciones.

¿Cuáles son estos riesgos? Precisamente los que son consecuencia de decisiones estratégicas que al paso del tiempo se demuestra que fueron equivocadas; el nombramiento de colaboradores o puestos directivos inadecuados, que al final lo único que hacen es crear problemas dentro de la empresa; operaciones financieras o inversiones arriesgadas, más allá de lo que recomienda la prudencia cuando se está comprometiendo el capital de los accionistas y el trabajo de las gentes de la empresa; las reestructuraciones internas condenadas al fracaso, basadas en algunos casos en una burocracia ahogante; estrategias comerciales diseñadas sin tener en cuenta para nada la opinión de quienes van a aplicarlas y la realidad de los mercados; decisiones equivocadas, que no tienen trascendencia económica de inmediato, pero que con el tiempo pueden poner en peligro la propia estabilidad de la empresa; no distinguir en las propuestas de cambios entre objetivos de empresa y objetivos personales; las de operaciones fuera de balance, que pueden acarrear grandes problemas, sin olvidarse de la “contabilidad creativa”. Y así un largo etcétera.



3. CASOS REALES Y EFECTOS DEL RIESGO DE DIRECCIÓN:

Como a las cosas hay que llamarle por su nombre, voy a referirme a algunos casos de empresas foráneas, que destacan por su importancia entre los muchos que existen, unos sucedidos hace pocos años y otros más recientes, que aún sigue consumiendo tinta en los periódicos, para después hablar de algunos domésticos, que han ocasionado grandes pérdidas a empresas nacionales o problemas institucionales.

• En el año 1998, el presidente de la Unión de Banco Suizos, en aquellas fechas primero en Europa y uno de los tres primeros del mundo, tras la fusión con Swis Bank Corp., tuvo que dimitir- según informaciones publicadas en la prensa económica- como consecuencia de la contabilización de grandes pérdidas por inversiones en derivados. Se habló de 115.000 millones de pesetas.

• Hace unos años se produjo un caso escandaloso en EE.UU., en el que se vieron implicados sus directivos y asesores. Fue el fondo de alto riesgo norteamericano, “Long-Term Capital Management” (abreviado “LTCM”), dirigido por el famoso John Willian Meriwether, que tenía como asesores a dos Premios Nobel de Economía, ocasionando a los inversores pérdidas millonarias en dólares. Menos mal que la Reserva Federal, el Sr. Greenspan, inyectó 3.500 millones de dólares para que pudiera sobrevivir y evitar la desestabilización del sistema financiero americano.

• En el año 1995 se descubrieron las pérdidas de 1.500 millones de dólares en el Banco Barings, debido a las inversiones en futuros realizadas por uno de sus empleados, un operador de segundo nivel en la Oficina de Singapur, que durante tres años actuó sin control de sus superiores y sin ser descubierto por las auditorías. Resultado: el más antiguo y prestigioso banco de inversiones británico entró en bancarrota, con grave perjuicio para los ahorradores que tenían sus depósitos en la entidad.

• Y a principios del presente año, la compañía eléctrica “Enron”, americana, en suspensión de pagos, gracias a las decisiones de sus directivos, con inversiones arriesgadísimas, dentro y “fuera de balance”, incluidas las que afectaban a los fondos de pensiones de los empleados de la compañía, y con el visto bueno de sus cuentas por parte de una conocida firma multinacional de la auditoría, Arthur Andersen, a punto de desaparecer. La magnitud de este caso obligó a intervenir directamente al Presidente Bush y recientemente ya se produjo la primera sentencia sobre este asunto. A primeros de este mes de julio el Senado norteamericano responsabilizó al consejo de esta empresa de la quiebra.

• En las últimas semanas han aparecido nuevos casos: “Wor.Com” y “Vivendi”, al descubrirse problemas en su contabilidad y en los resultados declarados, y están bajo sospecha otras grandes compañías. En esta empresa están en peligro muchos de los más de 350.000 empleados que tiene el grupo.

Todo esto que está sucediendo ha originado una gran desconfianza por parte de los inversores en Bolsa, que ha producido más efectos negativos en las cotizaciones que el propio “11 de septiembre”. En Europa ya se han producido abucheos a los Consejos de Administración en algunas Juntas Generales, debido a la mala gestión realizada.

¿Y en nuestro país qué pasa? Me voy a referir únicamente a los últimos casos (olvidándome de Gescartera), para no tener que remontarme a lo sucedido hace algunas décadas en compañías nacionales:

• Las inversiones de empresas españolas en Argentina, que en el momento de realizarse ya eran operaciones de alto riesgo, por el grave endeudamiento de aquel país y una situación social ya muy deteriorada. Quizá la posibilidad de consecución de altos beneficios a corto plazo cegó a los que decidieron las inversiones (para alguno de estos inversores estos beneficios externos suponían el 40% de su cuenta de resultados). Los efectos sobre los balances del último ejercicio han supuesto un quebranto importante para estas compañías, con un alto riesgo de pérdida de todas las inversiones realizadas. Tal como están evolucionando las cosas en aquel país, aún traerá más dolores de cabeza para las cúpulas de dirección de las empresas implicadas. Y la desconfianza se está extendiendo a las inversiones en otros países de Latinoamérica.

• El caso Telefónica. Los responsables de los nombramientos de los últimos presidentes no han tenido mucho acierto en su designación. Las decisiones tomadas por el Sr. Villalonga y su equipo directivo están condicionando la marcha de la sociedad, lastrada por el elevado endeudamiento por la compra de “Lycos” y su integración en la actual sociedad “Terra-Lycos”. Menos mal que no se llevó a cabo la compra de la operadora holandesa “KPN”, por las dificultades puestas para ello por el Ministerio de Economía. Los continuos cambios de equipos directivos en la propia sociedad y en otras del grupo, como el caso de “Admira”, que agrupa los medios de comunicación de Telefónica, son un ejemplo a no seguir. Si estas actuaciones se pudieran cuantificar en cifras, las pérdidas ocasionadas a la compañía serían multimillonarias. Habría que añadir algo que es difícilmente cuantificable, como es el desconcierto y la desconfianza que crean dentro del personal de las empresas, con las secuelas que esto produce. La etapa del actual presidente tampoco es digna de alabar, aunque en su descargo hay que valorar la mala situación de la empresa cuando asumió su máxima responsabilidad. Pero aún así, su prestigio ha quedado en entredicho por la supuesta utilización de información privilegiada por operaciones con acciones de la anterior compañía que presidía, noticia que fue publicada en el prestigioso “Financial Times”. Unas y otras cosas, incluidas las inversiones en Argentina, han originado que la agencia londinense de “rating” Standard & Poor’s, haya rebajado la calificación de Telefónica.

No obstante, hay que decir que en el período en que se produjeron las inversiones mencionadas más arriba, y otras de menor importancia como la compra de “Endemol”, estaban representados en el Consejo de Administración dos de las más importantes entidades financieras de nuestro país, y también era consejero el actual presidente. La creación de “Vía Digital”, ahora mismo en trance de ser absorbida por su principal competidora, debido a las pérdidas acumuladas, ha sido otra operación desastrosa para los accionistas.

• El caso de las entidades financieras: Si en nuestro país no nos llegaba con los problemas empresariales descritos anteriormente, debido en gran parte a decisiones de los directivos, cuestionables en unos casos y de una gravedad sin paliativos, en otros, se ha sumado últimamente el caso de las “operaciones fuera de balance” del BBVA, que ahora mismo se está dilucidando en el ámbito judicial. Y no acaba de cerrarse el problema de las “cesiones de créditos” que afecta al otro gran banco de nuestro país, el “SCH”, que tantos dolores de cabeza le está produciendo a su alta dirección. A estos casos posiblemente sucederán otros en los próximos meses, que afectarán a otras empresas y pondrán de manifiesto, una vez más, las malas prácticas directivas.

Pero conviene dejar claro que el disimulo de pérdidas en los balances de las empresas, con la connivencia de las firmas auditoras, por acción o por omisión, se derivan de las actuaciones de los altos directivos a que se hace referencia en el epígrafe 2 de este trabajo.
Si buscamos las raíces de todo esto que está pasando en Estados Unidos y en Europa, no creo que vaya desacertado al decir que su origen está en los años 90 y en los “gurús” de la época. ¿Se acuerdan de Michael Hammer y de sus famosas ideas sobre “reestructuración” o “reingeniería”? ¿O de eso que se dio en llamar “Nueva Economía”? Aquellas ideas supusieron la supresión de miles de empleos en las empresas americanas y, entre ellos, de empleados y ejecutivos de gran experiencia, lo que se tradujo en la pérdida del conocimiento, del capital intelectual en las empresas afectadas, eso que forma parte de los “intangibles inmateriales”. En Europa estamos colonizados desde hace muchas décadas por el pensamiento económico (en toda su extensión) que viene del otro lado del Atlántico, no fuimos inmunes a esas ideas, asimiladas rápidamente por nuestros jóvenes ejecutivos, con los resultados conocidos. En la “Corrosión del Carácter”, Richard Sennet, describe muy bien las consecuencias de ello. En nuestro país se propició, además, el enriquecimiento rápido a costa de lo que fuera.


4. EL ESCASO PODER DE LOS ACCIONISTAS EN LAS SOCIEDADES QUE COTIZAN EN BOLSA.
Creo que estos ejemplos justifican que este tipo de riesgos, muchas veces difícilmente cuantificables en cifras, sean clasificados y analizados separadamente de los demás riesgos que son inherentes a todo tipo de empresas. Los accionistas, aquellos que no forman parte del grupo que ejerce el poder en las sociedades anónimas, los más numerosos y que representan casi siempre la gran mayoría del capital, directa o indirectamente, poco tienen que hacer ante actuaciones como las descritas más arriba.

Volviendo a Galbraith: tiene razón cuando sitúa a los accionistas en el círculo más externo del poder, es decir, los de menos poder. Y dice: “...los ritos folklóricos de las sociedades anónimas tienden a hacer creer al accionista que es el verdadero propietario de la empresa. Pero pocos lo creen. La relación del accionista corriente con la gran sociedad es el caso más puro de motivación pecuniaria.”

El debate sobre la gestión de los directivos en las empresas y sus consecuencias, está abierto. Ahora mismo se están buscando soluciones contables y de supervisión para evitar situaciones indeseables en el mundo de las grandes compañías, especialmente para aquellas que cotizan en los mercados de valores. Es deseable encontrar soluciones para que, sin menoscabo de las decisiones propias de la gestión directiva, se puedan controlar los excesos y las prácticas nocivas. En este sentido se está poniendo mucho énfasis en la creación de nuevos órganos de control y en los “consejeros independientes”



5. ALGUNAS SOLUCIONES PARA EVITAR ESTE TIPO DE PROBLEMAS:

Pero como la crítica ha de ser constructiva y aportar soluciones para resolver o impedir en lo posible que se den situaciones como las descritas, se me ocurren algunas medidas que se podrían tomar en el ámbito contable y en la representación de los accionistas en las Juntas Generales, especialmente para aquellas sociedades que cotizan en Bolsa.

5.1. Las operaciones fuera de balance (Off-balance-sheet transactions):

La utilización de “Cuentas de Orden” para contabilizar cualquier tipo de operaciones, aunque sean de índole compleja, parece que no ha preocupado demasiado a los ponentes del actual Plan General de Contabilidad, quedando a criterio de las empresas la utilización de tales cuentas, lo que ha dado lugar a que los balances, en muchos casos, no presenten la “imagen fiel” de la empresa, a la que se refiere el apartado 10) de la “Introducción” al vigente Plan General de Contabilidad.

No sucede esto con las “Normas de Contabilidad y Modelos de Estados Financieros” para las Entidades Financieras, reguladas por el Banco de España en la Circular 4/1991, de 14 de junio, a las que nos referiremos más abajo.


5.2. Las Cuentas de Orden, parientes pobres del PGC:

Hay que decir que este tipo de cuentas ha caído en desuso desde hace muchos años. Tanto es así, que para recobrar su filosofía contable es necesario acudir a libros de texto de los años 50/60. El que fue catedrático de la Escuela de Comercio de Zaragoza, D. Joaquín Cuartero Martín, en la obra que se reseña en la bibliografía de este trabajo, clasifica, describe y explica el funcionamiento de las cuentas en la Partida Doble, dedicándole algunos capítulos a las “Cuentas de Ordenamiento Contable y Cuentas de Ordenamiento Jurídico”, subdividiendo estas últimas en “Cuentas de Orden” y “Cuentas Nominales”. Al referirse a ellas, dice:

“Cuando algunos valores y derechos, así como ciertas obligaciones no pueden ser llevados directamente a una cuenta de tipo corriente...debido unas veces a que aquéllos se hallan condicionados por circunstancias que limitan su libre disposición, o porque se trata de operaciones que se han de formalizar a tenor de otros hechos posteriores, e incluso que aparezcan en Contabilidad problemas de registro un tanto sutil, por afectar a derechos y obligaciones simultáneos...recurriremos al empleo de unas cuentas supletorias de gran utilidad, llamadas comúnmente “Cuentas de Orden”, por la claridad que aportan con su acertado empleo.”



Para justificar la razón de ser e importancia de los asientos de “ordenamiento jurídico”, añade:

“Es indudable que la trascendencia de estos apuntes se manifiesta a cada paso por dos razones: La primera, obedece al propio nacimiento de esta clase especial de asientos y cuentas, y la segunda, a motivos de orden jurídico y financiero, propios de toda Contabilidad Preventiva”.

Abundando en el tema, el profesor Charles Hanon de Louvet, en su obra de “Análisis y discusión de Balances”, en la que le dedica un capítulo entero a este tipo de cuentas, dice:

“Las cuentas de orden tienen como función traducir una responsabilidad o unos compromisos, y no son representativas de activo y pasivo reales, y funcionan siempre conjuntamente y de manera gemelar”. Y añade a continuación:
“Puesto que la ley establece la obligación de confeccionar un resumen de los compromisos, ¿no es más lógico que estos últimos se desprendan directamente de los asientos, lo que no implica una publicación detallada de las cuentas de orden a las que se habrá recurrido?

Con esta claridad de ideas cabe preguntarse si no tendremos que volver a leer a los autores clásicos de la Contabilidad. En un reciente artículo periodístico (que recomiendo leer), publicado en “Expansión” (“WordCom y la necesidad de volver a los orígenes”), el profesor Gurriarán, del Instituto de Empresas, dice lo siguiente:

“La vuelta a los orígenes y a los fundamentos seguramente pasa por una mayor formación contable, no tanto de los meros registros, sino de comprender la contabilidad. Tal vez sea el momento de que muchos directivos rescaten algún libro de contabilidad...”


El Plan General de Contabilidad de 1973, incluía entre los grupos de cuentas el “Grupo 0”, destinado a las “Cuentas de Orden y Especiales”, grupo de cuentas que no existe en el actualmente en vigor de 1990. La Introducción de este Plan justifica la no inclusión de este tipo de cuentas, diciendo: “Con respecto al grupo cero, destinado en el texto de 1973 a las cuentas de orden y especiales, conocidas en la actualidad como cuentas fuera de balance, se ha decidido su no inclusión en el nuevo Plan General de Contabilidad, optándose por la información correspondiente a las operaciones fuera de balance dentro de la memoria....” Deja a criterio de las empresas la utilización de los grupos 8 y 0 para reflejar contablemente algunos datos de los que constituyen el contenido de la memoria.

Sobre la función informativa de este tipo de cuentas, el profesor Rodriguez-Vilariño publicó dos trabajos, antes y después de la entrada en vigor del P.G.C/1990, en “Técnica Contable” (03/1989 y 08/1996), en los que se manifiesta partidario de la obligatoriedad de la llevanza de estas cuentas por parte de las empresas, y decía así en su último trabajo, en conclusiones: “En resumen: A nivel de gestión empresarial, tanto mensual como anual, y teniendo en cuenta que el P.G.C. a “efectos de la propia gestión” autoriza su utilización, nos inclinamos de una forma clara y rotunda por la inclusión de las Cuentas de Orden, para un buen diagnóstico de la gestión empresarial y que ésta sea más completa y de mayor rigor.” Totalmente de acuerdo.





5.3: Las Cuentas de Orden en la Banca:

El Banco de España en sus Normas de Contabilidad para las Entidades de Crédito, Circular 4/91, de 14 de julio, en su norma trigésimo cuarta, define y desarrolla- con muy buen criterio- las Cuentas de Orden que deben utilizar estas entidades, que agrupa bajo los siguientes conceptos:
1. Pasivos contingentes: incluirán todas las operaciones por las que una entidad garantice operaciones de un tercero.
2. Compromisos contingentes: se integrarán aquellos compromisos irrevocables que podrían dar lugar a un riesgo de crédito.
3. Operaciones de futuro: comprenderá operaciones relacionadas con compraventas de divisas, valores e instrumentos derivados u otras similares asociadas al riesgo de cambio, de interés o de mercado.
4. Otros compromisos y otras cuentas de orden: se recogerán los de naturaleza actuarial en relación con pensiones del personal y otros compromisos no comprendidos en los epígrafes anteriores. En “Otras cuentas de Orden”, se registrarán aquellas operaciones, que no comprometiendo el patrimonio de la entidad, sirvan para reflejar derechos o aclarar determinadas situaciones.

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5.4: Resumen sobre este tipo de cuentas:

La utilización de las “anticuadas” Cuentas de Orden, a las que nos estamos refiriendo, resolverían, en parte, problemas como los actuales. Y con la obligatoriedad, como existe ahora, de desarrollar y comentar su contenido y significado en la Memoria Anual. Como medida complementaria habría que designar legalmente al Secretario del Consejo de Administración de las sociedades mercantiles, como fiscalizador y garante de la veracidad de los datos de este Grupo de cuentas, apoyándose para ello en la Auditoría Interna de la empresa. Después de todo, las grandes decisiones se producen en el seno de los Consejos de Administración.
Creo que en el mundo actual, con la globalización de los mercados, la liberalización de los movimientos de capitales financieros, la utilización de instrumentos derivados cada vez más complejos, la existencia de paraísos fiscales, etc., obligan a que se tomen nuevas medidas en los ámbitos legal y contable de las sociedades mercantiles, para que las operaciones fuera de balance tengan fiel reflejo en la contabilidad de las empresas y que no queden sin control.

5.5. La representación de los accionistas en las Juntas Generales:

5.5.1: Inversores institucionales:
Otra de las medidas en las que habría que ahondar- y sigo refiriéndome a las sociedades que cotizan en Bolsa- es en la utilización del derecho de voto en las Juntas Generales por parte de los inversores institucionales, tales como los Fondos de Inversión, representando o delegando el de las acciones en su cartera de inversión, que al fin y al cabo corresponden a los partícipes de esos fondos, de forma que no puedan ser utilizados sino en interés de los verdaderos propietarios de los títulos.

5.5.2. Depósitos de títulos en entidades financieras:
En igual medida, la representación de los votos de los títulos depositados en entidades financieras. Hoy ya no existen los títulos físicos, que han sido sustituidos por “anotaciones en cuenta” y se resumen en “referencias técnicas”; por tanto, las entidades depositarias ya no tienen que manipular millares de títulos, ni que cortar físicamente cupones, pero siguen cobrando comisiones por depósitos de valores. Entre las obligaciones de las entidades depositarias está la de administrar los títulos depositados por los clientes, que es algo más de lo que se está haciendo en la actualidad. Habría que exigirles la debida utilización de los votos de sus depositantes de acciones, que no fuera una simple delegación a favor de los consejos de administración de las propias empresas emisoras.

Esta situación está claramente reflejada en la obra del ilustre mercantilista, D. Joaquín Garrigues, “Contratos Bancarios”, que al desarrollar el Contrato de depósito abierto, dice: ... “La falta de interés del accionista se suple por el interés de los Bancos en controlar la vida de las grandes sociedades anónimas, siendo ellos y no los propietarios de las acciones los que ponen en movimiento un derecho cuyo ejercicio está abandonado por el titular”.
Hoy habría que sumar a los Bancos, los grandes inversores institucionales (fondos de inversión y de pensiones). En datos publicados en este mes de julio en la prensa económica, se dice que en el Banco “SCH”, los accionistas institucionales suman más del 50% de las acciones.

5.5.3: Modificación del artículo 112 de la Ley de S.A.: También habría que desarrollar el artículo 112 de la Ley de Sociedades Anónimas, “Derecho de información”, para que los accionistas o sus representantes pudieran disponer información, con antelación suficiente, de las cuentas anuales que se van a someter a su aprobación en la Junta General. Las sociedades disponen de información detallada para poder informar, pues conocen las entidades donde los accionistas tienen depositados sus títulos, por operaciones propias de los contratos de depósito de valores (como es el cobro de dividendos) y también a los accionistas significativos. Las limitaciones para la información en la actual redacción del artículo 112, no propician que los accionistas o sus representantes puedan asistir a la Junta con conocimientos previos de la situación de la sociedad y de los resultados del ejercicio.

6. EL GOBIERNO DE LAS SOCIEDADES Y LOS CONSEJEROS INDEPENDIENTES:

Como consecuencia de todos los problemas comentados en este trabajo, a nivel del mundo occidental se están buscando nuevas soluciones: el papel de las firmas auditoras externas, órganos de control para éstas, limitación de mandatos, nueva adscripción de los órganos de control interno, reforma contable, consejeros independientes. Y en nuestro país, además, la aplicación del “Código Olivencia”.

El control de las grandes sociedades no será efectivo si no se regula debidamente el “derecho de voto”, de forma que los Consejos de Administración, poseedores de un porcentaje muy pequeño de acciones de las compañías, no puedan gobernar éstas como si fueran de su entera propiedad. También habría que reflexionar sobre las limitaciones de los derechos de voto que regula el artículo 105 de la actual Ley de Sociedades Anónimas, que al final dificultan reprobar, cuando proceda, a un Consejo de Administración o alguno de sus miembros por su actuación, o no autorizar algunas de las propuestas que llevan a las Juntas Generales. Otra cosa distinta es que haya limitaciones para disuadir “opas hostiles”.

No obstante, para que problemas como los que se citan en este trabajo no ocurran, o al menos su número y su importancia sean mínimos, es necesario que en la cultura de las empresas exista grandes dosis de ética profesional. Las reformas legales, las regulaciones, pueden ayudar, pero no son el remedio definitivo.

Y por tercera vez vuelvo a citar al viejo y sabio profesor de Harvard, en su obra “Breve historia de la euforia financiera”:

“La recurrente, triste y errónea creencia de que el enriquecimiento sin esfuerzo es fruto de la supuestamente excepcional perspicacia y sabidurías financieras, no es algo que tenga remedio legal”.

Cuando los problemas ya se han puesto al descubierto, surge la necesidad urgente de dotar a estas sociedades de consejeros independientes. Pero ¿serán realmente independientes aquellos consejeros que han sido nombrados por los Presidentes de las sociedades? ¿Se van a cumplir realmente sus mandatos o se verán abocados a dimitir cuando surjan las primeras dificultades por apreciaciones o enfoques diferentes en cuestiones que haya que debatir y/o aprobar? ¿Estos consejeros, además de ser independientes, no necesitaran poseer conocimientos importantes del sector al que pertenece la empresa a la que acceden? La independencia es necesaria, pero no suficiente para desempeñar el puesto de consejero. Esta solución no es más que una cortina de humo para disimular un problema real en la administración de las sociedades, hasta que pase la actual borrasca financiera.

Hace unos días, a raíz de los nombramientos de tres consejeros de los llamados independientes en el “SCH”, uno de ellos en sus declaraciones a la prensa hablaba de la actuación de un “broker” de la empresa de la que él había sido consejero, cuya actuación ocasionó pérdidas muy importantes a la sociedad, por operaciones en productos derivados. La pregunta que surgen sobre esta afirmación es: ¿cómo no se tenía controlado el riesgo en que se podía incurrir en este tipo de operaciones? ¿Fue debido a la falta de controles o al desconocimiento del riesgo que se estaba asumiendo por parte de quienes dieron atribuciones al “broker”?

Todo esto me lleva a pensar que en los consejos de administración de las sociedades tiene que haber, entre otros, consejeros con conocimientos generalistas de la empresa, en la que van o están asumiendo una gran responsabilidad, y esto no se consigue con el sistema actual de designación. Más que consejeros independientes deben ser consejeros efectivos, no meros componentes de una mesa de más o menos ilustres personalidades. La independencia no viene determinada por la procedencia, sino derivada de la actuación en el Consejo de Administración. La ética profesional debe estar siempre presente en los actos de este órgano de gobierno. Por las remuneraciones que perciben los miembros de los Consejos de Administración, en concreto los de las grandes empresas que cotizan en Bolsa, esta exigencia es primordial para desempeño de su función y la remoción del cargo, antes del cumplimiento de su mandato, no debe estar en función de las veleidades o preferencias del presidente de turno, sino de la propia Junta General.

7. LA PRÓXIMA REFORMA CONTABLE Y REFLEXIÓN FINAL:

Me gustaría que en torno a estas cuestiones que acabo de exponer y sobre la reforma contable que se va a llevar a cabo, ahora mismo en período de información y consultas, que culminará, como paso previo a su aprobación, con la publicación del Libro Blanco sobre ella, encargada por el Ministerio de Economía a un grupo de expertos, se expresaran nuevas ideas para que la reforma no quede sólo en mano de las instituciones y organismos oficiales. Aunque me temo que en esta reforma las cuentas del “Grupo O”, seguirán sin ser obligatorias para las empresas, perdiéndose la ocasión- si es así- para dar respuestas contables a hechos y circunstancias que se producen en las empresas, inmersas en situaciones cambiantes, producidas por la globalización de los mercados, la existencia de nuevos productos financieros, que tienen como denominador común su complejidad y la posibilidad de contabilizar pérdidas importantes si no están bajo control, y donde las normas mercantiles no tienen una respuesta inmediata para salvaguardar los derechos de unos y para hacer cumplir las obligaciones asumidas por otros.

Esta reflexión final la estoy haciendo después de leer al profesor Cea García, que en su libro titulado “Armonización Contable Internacional y Reforma de la Contabilidad Española”, publicado el pasado año, al hablar del tema concreto de la armonización contable aboga por una “actuación, activa y eficaz, con sello y peso propio de la UE... y no una actuación mecánica, pasiva, sumisa y sin personalidad propia europea en dicho proceso,...”.

Pero me parece deducir de sus conclusiones finales que al final se van a imponer las concepciones anglosajonas, salvo que la Unión Europea neutralice esas influencias e imponga criterios más acordes con el pensamiento europeo.

A raíz de la publicación del Plan General Contable de 1990, una de las voces discrepantes fue la del ilustre profesor, D. Antonio Goxens i Duch, autor de muchos libros de Contabilidad y de temas relacionados con el mundo de la empresa. En una conferencia pronunciada en el Colegio de Titulares Mercantiles y Empresariales de Barcelona, en octubre de 1992, titulada >La Planificación Contable: “ya no me gusta”< (si he traducido bien el catalán), decía: “...la planificación que nos imponen creo que no sigue los principios de normalización contable que fueron defendidos por los ilustres autores y profesionales al principio del actual siglo XX.”

Y citaba varias veces a Pierre Lauzel, para decir que:

“la normalización no es sinónimo de uniformidad rígida” y que “normalizar en contabilidad no es unificar”. Para él: “la normalización trata de conciliar la diferenciación relacionada con numerosos factores particulares que intervienen con intensidad variable en las empresas”.

No sé que pensará el profesor Goxens del actual proceso de reforma contable a nivel internacional, basada en los mismos principios de uniformidad rígida para países con economías muy diferentes y empresas de muy diverso tamaño. Pienso- no sé si bien- que en lo fundamental estará de acuerdo con el profesor Cea García.

Y aquí terminan mis reflexiones. Su valor --si tienen alguno-- queda al juicio de los demás.

Santiago, Junio del 2002

José Gómez Blanco
Analista Financiero. Ex.directivo bancario.


Bibliografía:

• Análisis y Discusión de Balances. Hanon de Louvet. Ed.Aguilar. Madrid, 1963.
• Breve historia de la euforia financiera. J.K. Galbraith. Ariel 1999. 3ª edición.
• Circular 4/91 del Banco de España.
• Contabilidad General y Elementos de Contabilidad Superior, Joaquín Cuartero Martín. 6ª edición. 1959. Zaragoza.
• Contratos Bancarios, Joaquín Garrigues. Madrid, 1975.
• El Nuevo Estado Industrial, J.K. Galbraith. Ariel 1974
• La corrosión del carácter. Richard Sennet. Anagrama, 2000.
• Las cuentas de orden y su función informativa. Alberto Rodríguez Vilariño. Técnica Contable. Marzo 1989 y Agosto 1996.
• Plan General de Contabilidad. 1973
• Plan General de Contabilidad. 1990.
• Revista “Prospects”, Unión de Bancos Suizos. Walter G.Frehner. 2/1993
• Artículos y noticias diversas publicadas en prensa y revistas especializadas.

Trabajo destinado para su publicación en la revista “Técnica Contable”. Publicado en el número 647, del mes de Noviembre del 2002. Pág. 846.

lunes, 12 de diciembre de 2011

¿ADÓNDE FUE A PARAR EL DINERO DE LA ESPECULACIÓN FINANCIERA?

EL DINERO SE CREA, PERO NO SE DESTRUYE: SE TRASVASA

1. Introducción

Confieso, de entrada, que he leído y reflexionado mucho sobre la crisis financiera internacional, que ha puesto a las economías mundiales al borde de la quiebra total y, en consecuencia, el sistema capitalista, el liberalismo económico, están puestos en cuestión, especialmente por aquellos que nunca creyeron en él y son sus enemigos, esos que, a pesar de los fracasos prácticos, siguen viendo el marxismo y el comunismo como una esperanza universal. Otros, lo menos radicales, buscan en el keynesianismo la panacea para remediar los males que nos aquejan.

Las consecuencias de este desastre total están a la vista y no hace falta extenderse sobre los daños ocasionados, los conocidos, porque soy de los que creen que aún no se sabe la magnitud de la tragedia económica. Y nuestro país, inmerso en esta crisis perfecta --el choque de la economía real con la economía financiera— tiene su propia crisis, la inmobiliaria, que ha venido a agravar la crisis de liquidez de las entidades financieras, la que, sin duda, se transformará en una crisis de solvencia para una parte de ellas --la falta de transparencia del Gobierno y, lo que es peor, del Banco de España[1], poniendo en cuestión su autonomía, nos sitúa en la incertidumbre-- abocadas a la absorción por otras entidades o a la entrada de capital público. En pocos meses, hemos pasado de tener el sistema financiero mejor del mundo a descubrir que también tenemos “activos tóxicos” en los balances de las entidades, además de una morosidad creciente que trata de disimularse mediante la adquisición de activos o con artificios contables (recientemente se publicó que las principales entidades de nuestro país han comprado inmuebles a sus deudores por más de 7.000 millones de euros). Lo que no se entiende muy bien es que en plena crisis se deje a las entidades financieras que sigan contabilizando beneficios multimillonarios y que no se les obligue a que una parte importante de ellos se destine a provisiones para insolvencias, reduciendo el beneficio-escaparate. Una parte de esas provisiones, las llamadas genéricas, deberían materializarse --como he propuesto en alguno de mis artículos-- en activos financieros soberanos, de alta calidad y liquidez (AAA).

2. En busca de respuestas sobre la especulación en los mercados

En la segunda mitad de los años 1970, en plena transición de nuestro sistema político, mi profesión bancaria me obligaba a asistir diariamente a la Bolsa de Barcelona, en la que presencié en muchas ocasiones un mercado con “encefalograma plano” --si me permiten la utilización de términos médicos-- y las “transfusiones” de dinero procedentes del Banco de España (Tesoro Público), para que el mercado sobreviviera a la crisis económica y a la fiebre política de aquella época. Consecuencia de esta intervención, el Estado llegó a ser el primer accionista individual en muchas empresas españolas, incluidos Bancos, así que no se asusten con las intervenciones actuales. En otras, sin justificación económica alguna, tomando siempre como referencia la Bolsa de Madrid, la más importante, el mercado reaccionaba y se producían alzas casi generales en los valores cotizados. Se trataba de un mercado estrecho en el que la contratación se hacía a viva voz, menos para los valores bancarios, que tenían un sistema especial. La duración del período alcista era de pocos días, para volver al decaimiento y a posiciones de papel. Pero tenía la virtud, para un observador imparcial, de poder penetrar en los mecanismos que mueven la Bolsa, de poder identificar a los agentes protagonistas de los movimientos del mercado. La época era deprimente, también en lo político. En aquella época y en la década siguiente, la de los años 1980, con la crisis de 1987, repetida en menor medida en 1989, seguí con mucho interés lo que ocurría en los mercados bursátiles y reflexioné sobre la si la especulación era buena o mala y busqué en la literatura económica respuestas a mis dudas, que no me convencieron. En uno de los capítulos del libro de George N. Halm, economista alemán de la escuela austriaca, “Economía del Dinero y la Banca[2], encontré algunas respuestas, pero no disiparon mis dudas.

Pocos meses después del “crash” de 1987, se publicó en la revista “Prospects” un trabajo de Gerhard Aschinger[3], titulado “Reflections on the crash”, que trataba de explicar lo sucedido en las bolsas mundiales en octubre de aquel año, mediante dos teorías: la teoría de la catástrofe y la teoría de las burbujas especulativas. Para desarrollar la primera se basó en las teorías desarrolladas por el matemático francés René THOM y E.C. Zeeman. Para la segunda de las teorías se basó en estudios de Blanchard Watson (1982). Ambas teorías se basan en la especulación sin barreras para explicar los “crash”, que tiene como origen una creciente desviación entre los valores fundamentales de los títulos (acciones) y los precios que se paga por estos activos, dando lugar en un determinado momento a caídas bruscas y profundas de los mercados de valores. En mi opinión, ninguna de las dos teorías serviría para explicar la actual caída de las bolsas mundiales, ya que la crisis financiera que origina la caída de los mercados se origina fuera de los mismos, en una actuación irresponsable de las entidades financieras en el tratamiento del mercado hipotecario (burbuja inmobiliaria), después trasladada al mercado de derivados financieros, cuyos agentes emisores, sin control de los órganos supervisores, generaron vehículos de inversión complicados y nada transparentes, contaminando de forma punible los mercados financieros y, por ende, el sistema financiero internacional. Otra de mis reflexiones de aquella época sobre el mismo tema eran los efectos de la especulación en el reparto de los beneficios generados por ella.

3. Valoración de los efectos de especulación

¿Es buena la especulación en los mercados? Mi respuesta a la pregunta, desde la experiencia personal, es condicional. Creo que en los mercados organizados debe permitirse cierto grado de especulación que estimule su funcionamiento, pero se debe combatir la especulación desaforada, sin control, la misma de la que nos estamos ocupando. Mi conclusión era y es que beneficia a unos pocos en perjuicio de muchos, aunque soy consciente de que se seguirá alabando su excelencia y los efectos benefactores de la especulación en los mercados, que algunos resumen así:

§ Mejora su eficiencia, consiguiendo precios más correctos.

§ Asume riesgos, consiguiendo mercados más completos.

§ Da liquidez a los mercados.

Pero dando por hecho de que cierto grado de especulación es buena para el funcionamiento de los mercados, cuando los especuladores actúan si atenerse a las propias reglas que rigen la contratación, sus efectos son perversos. Un ejemplo de su perversidad se dio hace unos meses en nuestro país: una entidad financiera mediana denunció a la CNMV las posiciones cortas, bajistas, que se estaban produciendo sobre determinados valores bancarios y otras compañías, para provocar bajas en las cotizaciones y comprar posteriormente esas acciones vendidas con ganancias seguras, sistema permitido si se hace mediante un préstamo de títulos, pero no en descubierto, es decir sin poseer o disponer de un préstamo (cesión temporal) de esas acciones vendidas. Pura especulación nociva. El órgano supervisor de los mercados, nuestra inoperante CNMV, se tuvo que enterar de esta práctica por la denuncia de una de las sociedades perjudicadas.

Como la crisis financiera --ahora convertida en una crisis económica mundial, que será recordada en el futuro como una de las peores de las que han sucedido hasta la fecha-- tiene su origen en EE.UU., conviene recordar --sobre todo a los estudiosos del tema-- las críticas y los consejos del Premio Nobel de Economía del año 2001, asesor económico del Gobierno de Bill Clinton, Joseph E. Stiglitz, en su libro “Los felices 90”[4] --que recomiendo leer a los interesados en esta crisis-- sobre los problemas de la falta de intervención y de la insuficiencia de los mecanismos de regulación, que dio lugar a la crisis de los años 1990. Sólo dos frases entresacadas de su capítulo I:

“…si el problema de los felices noventa y la recesión que les siguió fuera achacable a la actuación del Gobierno, los errores de éste serían en todo caso por defecto, no por exceso, de intervención; en todo caso sería culpable de pasividad, pues el problema radica en la insuficiencia, no en la demasía, de los mecanismos de regulación.”

“…el Gobierno siempre es el que termina recogiendo los platos rotos cuando las cosas no salen como debieran; del mismo modo, el contribuyente estadounidense fue quien terminó pagando los platos rotos que la desregulación bancaria rompió en las cajas de ahorro. Así pues, una mayor regulación redunda en protección del país y sus contribuyentes contra tales riesgos.”

Es curioso, al leer el último párrafo, pensar en lo que está ocurriendo en nuestro país con algunas cajas de ahorro.

4. La especulación y los efectos sobre la economía real

Sobre los problemas que crea la especulación sin barreras, sin escrúpulos, voy a reflejar en este apartado la opinión sintetizada de dos personalidades reconocidas en el campo de la economía y la política: Galbraith y Helmut Schmidt.

En el epílogo del libro “Breve historia de la euforia financiera”, de J.K. Galbraith[5], el autor dice al referirse a la crisis bursátil de 1987, y en concreto “al desastre de las cajas de ahorro americanas”, y las consecuencias del levantamiento de las regulaciones de la economía en la era Reagan, “dejando la guía y la supervisión del sistema económico en manos del mercado y de Dios”, y añade:

Quizá la tercera parte de lo perdido (500.000 millones de dólares comprobados), “fue sencillamente robada. Los encargados de los fondos los hicieron pasar por uno u otro procedimiento elemental a su propio uso…” / “Los otros dos tercios fueron a parar a proyectos inmobiliarios --edificios de oficinas, instalaciones de veraneo, construcción de casas --muchos de ellos de tal extravagancia que jamás hubo oportunidad de devolución.”

En uno de los capítulos del libro está encabezado con la siguiente cita:

“Los especuladores pueden no resultar perjudiciales, como burbujas en la corriente regular de la empresa. Pero su actuación cobra gravedad cuando esa empresa se convierte en una burbuja del remolino de la especulación”. (John Maynard Keynes. Teoría General)

Esta crisis económica que estamos viviendo no hubiera sido tan grave o no se hubiera producido, si se hubieran regulado debidamente los mercados y se hubiera puesto coto a la economía financiera y, sobre todo, si los gobiernos y supervisores (en especial los del sector bancario y de los mercados OTC), hubieran actuado a tiempo sobre los peligros que se cernían sobre el endeble sistema financiero internacional. La Naturaleza nos enseña que anualmente hay que podar los árboles, sobre todo aquellos que producen alimentos para el consumo humano, pues de otro modo se ramificarían demasiado en detrimento de su verdadera utilidad. Con la economía pasa lo mismo, si se deja totalmente libre, sin control, los especuladores desvirtuarán su crecimiento armónico y sus beneficios sociales, y la utilizarán en beneficio propio (en el pasado año, además de la crisis financiera, la especulación actuó sobre la comercialización de alimentos y el petróleo).

Para que la economía, en todos sus ámbitos, cumpla su verdadera función, que es el crecimiento económico y el reparto de la riqueza creada, están los Gobiernos y los órganos reguladores y supervisores, a los que me he referido anteriormente. No se trata de ponerle un corsé a la actividad económica, sino de corregir las desviaciones indeseables. Pero si los órganos reguladores y supervisores miran para el otro lado para no ver lo que está sucediendo, haciendo dejación de sus responsabilidades y oídos sordos a los avisos que siempre se producen, como ha sucedido en el desarrollo de esta crisis en la que estamos inmersos, nos encontraremos con situaciones de extrema gravedad. A raíz de la crisis cambiaria y crediticia del año 1997, que afectó a Rusia, Asia y Latinoamérica, el que fue canciller alemán (1974/1982), Helmut Schmidt, publicó un artículo en la revista alemana Die Zeit, titulado: “Especuladores, yo os acuso”, en el que hacía corresponsables a los especuladores bursátiles americanos, europeos y japoneses. De este artículo voy a reproducir algunos párrafos:

“¿Es, pues, exagerado el temor a una crisis global de la economía o a un efecto en cadena? No del todo. Entre otras cosas, porque los mercados financieros, técnicamente globalizados, son peligrosos, especialmente por la movilidad de capitales a corto plazo hacia inversiones financieras más agresivas. Y por sus especulaciones, a menudo sobre productos derivados, así como sus psicosis.” “…Este comercio a corto plazo se les ha escapado casi por completo de las manos a las autoridades nacionales encargadas de la vigilancia y del control de las instituciones crediticias y a los bancos centrales nacionales. Y esto puede afectar ---como ocurrió en Indonesia, Tailandia o Malasia—a todas las economías nacionales.”

Sin duda, Helmut Schmidt tenía claro los efectos de la especulación internacionalizada, sin barreras, y estaba avisando de sus consecuencias. Ahora mismo, especuladores confesos y conocidos, como George Soros[6], se dedican a dar consejos a los gobiernos nacionales sobre lo que deben hacer, claro está, después de enriquecerse con la especulación desaforada, que al final empobrece a los países afectados y, en consecuencia, a las clases menos favorecidas, la población más numerosa.

5. La ineficacia del BCE y la falta de supervisión

Mientras la actual crisis –la crisis perfecta como yo la defino-- se estaba formando y amenazaba a las economías de todo el mundo, en nuestra Unión Europea, nuestro Banco Central Europeo, con Jean-Claude Trichet a la cabeza, rodeado de su corte sabios económicos y monetaristas, se dedicaron en los últimos años a meter en cintura a la inflación comunitaria, y para ello la prescripción médica era mantener el Euribor alto, por encima del 5,00%, con grave perjuicio para las economías domésticas, adquirentes e hipotecantes de bienes inmuebles adquiridos, en muchos casos con enormes sacrificios, a precios por encima de su valor real, pues eran fruto de la burbuja inmobiliaria. Lo importante, lo prioritario para el BCE era domesticar la inflación, lo demás no importaba. No se enteraron de la tormenta perfecta que se estaba formando a nivel mundial, el choque de la economía financiera con la economía real, que ha puesto al descubierto la fragilidad de lo que ya era conocido, un sistema financiero internacional con unas bases muy frágiles para el peso que sostenía, una especie de torre construida con palillos. Al final, la inflación se corrigió sola, pero no por mérito del señor Trichet y compañía, sino por propia corrección de la naturaleza económica. Recientemente, el señor Trichet anunció el pasado mes de enero que el BCE estaba preparado para realizar la supervisión de la banca europea, función que realizan actualmente los bancos centrales integrados en la Unión Monetaria. El anuncio llega tarde, pues ya no puede remediar la catástrofe producida en los mercados y en las entidades financieras. Por poner un ejemplo fuera de contexto y quizá exagerado, pensemos en las centrales nucleares, en las que el control de las mismas estuviese en manos exclusivamente de las empresas y sus técnicos, sin normas concretas, sin la supervisión de las autoridades y organismos estatales, o, si existieran, no se hicieran cumplir las normas de supervisión de funcionamiento y control del combustible nuclear. Un buen día podríamos encontrarnos en el mundo con una catástrofe nuclear, de consecuencias gravísimas e imprevisibles, como ya ha ocurrido de forma limitada. Algo de esto ha ocurrido como detonante de la crisis financiera mundial, ahora transformada en una crisis económica de grandes proporciones y consecuencias.

6. Pérdidas versus ganancias

Pero volvamos al título que encabeza este trabajo. Si el dinero se crea, pero no se destruye, como sostengo, ¿adónde fueron a parar los beneficios derivados de las pérdidas monetarias (ganancias para otros) que han contabilizado entidades financieras, compañías de seguros, inversores bursátiles, etc., originadas por la especulación y la falta de escrúpulos de los tiburones financieros internacionales? Parece indiscutible que en una transacción económica, las pérdidas de una de las partes se corresponden con las ganancias de la otra, aunque este beneficio se pueda diferir en el tiempo. Luego, el dinero no se destruye, sino que se trasvasa de unos a otros. Todas las pérdidas contabilizadas y puestas de manifiesto en el último año por parte de entidades financieras y otro tipo de compañías, que han obligado a los gobiernos occidentales y otros a reforzar con dinero público sus capitales para evitar la quiebra del sistema financiero internacional, han tenido, sin duda, contrapartes que se han beneficiado de esas operaciones fallidas. Pienso en los especuladores a los que se refería en su artículo el ex.canciller Helmut Schmidt, en los miles Soros, Buffets, Madoffs, hedges funds, etc,[7] y muchos más. Y los no menos culpables Presidentes y CEO,s[8] de los Bancos de Negocios de EE.UU. y de entidades financieras de diversos países europeos. Pocos en perjuicio de muchos. Hasta la fecha no he tenido conocimiento de iniciativas gubernamentales (salvo algunas acciones en EE.UU.)[9] que traten de identificar a estos “depredadores económicos”, por llamarles de alguna manera, ni tampoco se escribe mucho sobre los efectos de esta crisis financiera sobre los fondos de pensiones e inversión, compañías de seguros (salvo Fortis y AIG). Todo está muy oscuro, pero convendría identificar a los especuladores culpables de esta crisis, cuyos efectos, como dije al principio, aún no están totalmente evaluados. Yo --como el ex.canciller-- también acuso a los grandes especuladores.

Esta crisis económica mundial dejará a millones de personas sin trabajo, empobrecerá a otros tantos millones y decenas de miles o millones tendrán pérdidas de sus ahorros y negocios, cuya cuantía no está calculada. Y los damnificados no podrán sonreírse de la frase pronunciada por el genial Groucho Marx, cuando perdió 250.000 dólares en su solo día, en el “crash” de Wall Street del año 1929: “He trabajado desde la nada hasta la mayor pobreza[10].

Santiago, febrero de 2009.

José Gómez Blanco

Analista Financiero. Ex.directivo bancario.

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[1] Cuando ya tenía redactado este trabajo, el Gobernador del Banco de España reconoce que es posible que haya que intervenir alguna entidad financiera. Parece que la opción sobre algunas Cajas de Ahorros en serias dificultades --conocidas desde hace tiempo-- es la absorción por parte de otras entidades del mismo tipo. En opinión del autor, sería una opción menos costosa políticamente.

[2] “Economía del Dinero y la Banca”, George N. Halm. Editorial Bosch. Barcelona.

[3] “Prospects”. Swiss Bank Corporation. Gerhard Aschinger. Profesor de Economía de la Universidad de Fribourg (Suiza).

[4] “Los felices años 90. La semilla de la destrucción”, Joseph E. Stiglitz. Ed. Taurus, 2003.

[5] “Breve historia de la euforia financiera”, John Kenneth Galbraith. Editorial Ariel, S.A. Barcelona. 3ª edición. 1999.

[6] En una entrevista de Katja Gloger a George Soros, publicada en la revista “El Semanal”, el 03.08.08, se reconoce como especulador y critica las especulaciones que se han llevado a cabo sobre materia primas y alimentos. Es partidario de regular mejor el capitalismo, ya que si no es así el sistema económico capitalista se destruirá y se llevará todo por delante.

[7] Cuando redacté este trabajo, quise ser cauto, prudente, al señalar a los grandes especuladores de los mercados, que obtienen ganancias multimillonarias en perjuicio de los inversores habituales de los mercados y de los países a los que atacan con sus operaciones especulativas, propias de “seláceos humanos”, como los califiqué en otro trabajo: “El discreto encanto de las auditorías bancarias”. Prueba de ello, es la información que figura en al Anexo II, publicada en “El Mundo”, con fecha 27.02.2010, es decir, justamente un año después de redactado el trabajo.

[8] CEO. del inglés Chief Executive Officer, equivalente a Director General o Consejero Delegado.

[9] En el Anexo núm. I, se incluye una fotografía procedente de la Agencia EFE y publicada por “El Mundo”, con fecha 24.02.2010, en la que aparecen los máximos ejecutivos de los Banco Americanos implicados en la crisis subprime, en la Cámara de Representantes de EE.UU., febrero 2009, para ser interrogados.

[10] “Psicología del mercado bursátil”, de Lars Tvede. Capítulo 27. Ed. Deusto

martes, 6 de diciembre de 2011

SOBRE A MORTE: O PASAMENTO, SEGÚN OS GALEGOS

¿EXISTE ALGO DESPOIS DA MORTE? (Teima entre un católico e un agnóstico)

Este ano que pasou, un día vendo a T.V. sen ve-la, meu ouvido percibiu unhas ondas sonoras que traducidas polo cerebro formaban parte dun comentario sobre unha película do director de cine mexicano, Alejandro González Iñárritu, que polos seus apelidos non parece ser descendente dos aztecas nin das etnias indíxenas que perviviron: zapotecas, mixtecos, nahuas, etc. Tratábase de “21 gramos”, que é --segundo o cineasta— o peso que perde o corpo humano cando morre e, por extensión, sería teoricamente o peso da alma cando abandona a persoa falecida. ¿Está isto probado cientificamente? Estoume a referir a perda de peso neses instantes posteriores a morte e as causas que a producen, porque o tema de se existe alma ou non, a resposta e totalmente oposta entre os que cren noutra vida e os que a negan. O tema era suxerinte, merecía prestarlle a atención e deixeino pendente.

Hai uns días --como xa estaba alertado-- lin na revista cultural de “El Mundo” unha entrevista de Carlos Reviriego a dito director, e remarquei aquilo que máis me chamou a atención. Dicía: “Dende neno estiven obsesionado coas circunstancias do individuo. Prodúceme inquedanza saber que circunstancias xeramos nós e cales non temos forma de cambiar. É como preguntar que porcentaxe das nosas vidas está escrito e que podemos facer para controlar noso destino. Sempre me obsesionou o personaxe de Xudas, que non puido escapar do que estaba escrito. Se como reza a Biblia, Deus sabe ata o último pelo que se move na nosa cabeza ¿que libre albedrío temos? Iso e o que trato de explorar en dúas das miñas películas.” Estamos ante un agnóstico ou un ser atormentado por obter respostas, que nunca vai ter. Alomenos mentres viva.

O tema da morte sempre foi a gran preocupación dos seres humanos de calquera época, foran máis ou menos crentes da existencia doutra vida ou negaran totalmente esa posibilidade. Eu penso que no momento da morte dun non crente, consciente do que vai ser inminente, ese “algo” que todos levamos dentro, alma, espírito, ou iso que pesa 21 gramos, faille recobrar a esperanza desa vida, tan ansiada por uns e negada por outros de boca para fóra, pois o que pensa un ser humano durante ese padecemento ou loita interior mentres está sendo envolvido pola morte é un segredo que leva con el. ¿Queda algún rexistro nun cerebro con encefalograma plano? A Ciencia inda non ten respostas. E o verbo “padecer” non ten nese intre o mesmo significado para todos, pois depende de se se produce con máis o menos sufrimento, dor, ou o transo é doce ou de súpeto, sen senti-lo, ou a vida vaise paseniñamente, coma se fora un reloxo o que se lle acaba a corda; e tamén é diferente para un crinte convencido e para un ateo impenitente, segundo os grados de cada estado crencial.

Penso tamén que o home de hoxe inda non evolucionou cerebralmente de forma suficiente para explicar de forma racional, comprensiva, a existencia de Deus, o misterio da Creación. A maior parte dos científicos cren na existencia de Deus, os demais négana con razoamentos materialistas, e teñen a fe posta na Ciencia para chegar a negación irrefutable. Se iso fora así, nesta época --cos adiantos científicos e en particular da Menciña-- se non existe alma ¿por que os médicos e científicos, a un corpo morto, non deteriorado nas súas partes vitais, sen lesións cerebrais --poñamos por caso que o suceso prodúcese na mesa de operacións durante un intervención cirúrxica menor-- non son capaces de devolverlle a vida? Despois de todo a circulación da sangue e a respiración pódese manter con medios mecánicos. ¿Que é o que falla nestes casos?

Nestes tempos, a posibilidade futura de “resucitar” un corpo morto recentemente ou nun pasado próximo, por non dispoñer a menciña remedios ou medios técnicos adecuados para curar o mal, está ó alcance de persoas con recursos económicos suficientes, e algunhas delas teñen fe cega na ciencia dos anos vindeiros, e métense nas mans de empresas especializadas que utilizan a técnica da crioxenización, que foi experimentada por primeira vez na segunda metade dos anos sesenta. De forma moi simple, consiste en preparar os corpos ó morrer, que reúnan certas condicións, mediante a inxección no sangue dun composto anticonxelante para que as células e o líquidos corporais non cristalicen e se destrúan. Despois serán introducidos en cápsulas de aceiro, suspendidos cabeza abaixo nunha nube de nitróxeno, a unha temperatura a 196 grados baixo cero. E así esperarán os avances da menciña. Hai anos utilizaron este método co corpo de Walt Disney. Está claro que as persoas que acoden a este tipo de empresas teñen pouca fe na outra vida: ¡queren derrotar á Morte!

Para moitos homes de ciencia e outros que nono son, o mundo está formado exclusivamente por materia e negan calquera compoñente espiritual nos seres vivos, nos tres reinos en que está dividido, están tan convencidos diso que algúns atrévense a pontificar sobre a cuestión. É o caso, por escoller o primeiro que me veu a man, dun famoso e popular astrofísico norteamericano, que chegou a dicir: “Son un conglomerado de auga, calcio e moléculas chamado Carl Sagan”. Pero non debía estar moi convencido do que dicía, porque que eu saiba non foi crioxenizado. Pero non é o único que tratou de explicar a vida na Terra como un feito casual e causado por unhas circunstancias especiais, que deron lugar ós seres vivos. Disto, se vostedes teñen boa memoria, xa me ten falado Manoliño. Pero de momento non foron capaces de crear un ser humano cos compoñentes que din que ten, nunhas condicións medioambientais similares a do escenario que dou lugar a aparición dos seres vivos na Terra. O falar non ten cancelas, inda que os falantes sexan científicos.

Pero tamén os hai que teñen unha fe cega na existencia de Deus, como é o caso dos astrofísico alemán, Carl von Weiszäcker, nado en 1912, que en 1944 propuxo unha hipótese nebular (semellante a de Kant) como mecanismo para xustificar a orixe do sistema solar, que ten dito: “O primeiro sorbo da copa da ciencia aparta de Deus, pero canto máis se bebe dela, máis claro se ve no seu fondo o rostro do Creador.” Outros nona teñen tan claro e teñen moitas dúbida e unha loita interior intensa, como pode ser o caso da científica e académica, Margarita Salas, discípula do Premio Nobel, Severo Ochoa, quen, nunha entrevista publicada nun xornal en decembro do 2001, na que a periodista preguntáballe cómo un científico encara a morte, respondeu: “Para alguén non crente, como eu, é algo moi duro, un final que non acaba un de aceptar nin de comprender.”

Hai outro tipo de persoas --de todo hai na viña do Señor-- que inda contando con medios económicos non teñen necesidade da crioxenización, porque están convencidos da existencia da outra beira da vida, de que cando se morre só se acaba a materia e pasas a outro estadio. Tal é o que pensa Miguel Fisac, arquitecto famoso, quen nunha recente entrevista que lle fixo a escritora Rosa Montero na revista semanal de “El País”, trata o tema da morte con bastante extensión, e di cousas como estas: “Vin que a morte era algo que utilizaba a xente que mandaba. É dicir, utilizan o medo a morte, porque por ese medo a xente acepta todo o habido e por haber. Logo, o primeiro que hai que facer para ser libre e perderlle o medo a morrer”...”Se hai Deus e ese Deus e bo, o que tes que facer é amar a Deus e o próximo e se acabou; todo iso do dogma e a moral son contos chineses.”... “En realidade un non morre...unha vez que sae o espírito do corpo simplemente pasas a outra cousa. En fin, estou convencido de que no vou morrer.” Este home ten actualmente 90 anos. Lembren: “dos vellos o consello”.

Xa sei que vostedes estarán pensando que a este Verísimo xa o ten convencido relixiosamente o Manoliño ese. Pois non, sigo coas dúbidas, pero agora estou máis aberto o debate das miñas crenzas e busco respostas, estou no mesmo estadio que Iñárritu --que onte entregou un premio Goya 2003-- pero eu en vez de darlle voltas o libre albedrío do home, e se está ou non condicionado por Deus, razoo pensando nas xentes, nos seres humanos, que nos séculos que viviron foi desgraciada e padécente na totalidade da súa existencia; desas xentes que foron humilladas, maltratadas, amarteiradas, como ocorre hoxe en moitos lugares do mundo; das que pasaron e pasan fame e todo tipo de privacións e calamidades, e dicir, foron e son desgraciadas dende que nacen ata que lles a chega a liberación coa morte. Estas afirmacións son verdades admitidas, incontrovertibles, incontestables. E se iso e así, como é, necesítase doutra vida onde poidan ser compensadas do sufrimento padecido na beira material da súa existencia. ¿Ou non?

Se non fora así, non se podería xustificar as distintas actitudes de comportamento do ser humano, quen, dotado de capacidade intelectual e de discernimento para o ben e o mal, a actuación na vida e diferente duns a outros cos da súa mesma clase. Mentres uns compórtanse civilizadamente --en distintos grados-- cos seus semellantes, outros fan todo o contrario e actúan coma salvaxes, no peor sentido da palabra. Se non houbera algo inmaterial dentro de nós, non habería distinción entre uns e outros e a vida humana non tería ningún valor nun medio selvático sen regras, nin tan sequera as que respectan os chamados animais irracionais. Logo eu deduzo que o libre albedrío existe e condiciona o comportamento do ser humano, bo ou malo, mellor ou peor, cos da mesma clase.

Despois do dito anteriormente, as preguntas son lóxicas: ¿Que é o que fai a un ser humano mellor ou peor que outros? ¿Será producto de reaccións físico-químicas dentro do cerebro, como pensan algúns? Non teño respostas, nembargantes penso nos 21 gramos”. Non será iso o envurullo que garda a alma e que despois da morte ábrese para deixa-la viaxar o seu destino final. Cando razoaba nisto, veume a memoria algo que lle teño oído a Manoliño, trátase dos neutrinos, esa partícula elemental algo misteriosa, da que tanto falan os físicos cuánticos, da que din que non ten masa, que proceden do Sol e atravesan a Terra sen ser detectados. Din deles que poden atravesar un parede de chumbo dun ano/luz de espesura sen sufrir ningún efecto. ¡Extraordinario! ¿Por que a alma --falando en termos da Física-- non pode ser algo que non ten nin peso, nin masa --son dous conceptos físicos distintos-- e ser invisible coma os neutrinos?

Cando regrese da viaxe meu amigo, falareille --se o encontro mentalmente estabilizado-- de todo isto, pero ó final repetirame o que me di sempre: “Verísimo, Deus ten todo previsto, dependerá do home o chegar antes ou despois as realidades que xa existen, pero que inda non foron descubertas”. E rematárame coa afirmación de sempre: “¡Eu canto máis afondo na ciencia máis creo en Deus! Debe ter razón, porque cando eramos pequenos só se coñecían tres estados da materia: físico, líquido e gasoso. Despois descubriríase o estado de plasma e máis tarde o estado de condensación Bose-Einstein, e nestes días uns científicos da Universidade de Colorado (EE.UU.), anunciaron un novo estado, que eles definen como “unha forma exótica da materia”, algo así como condensado fermiónico. ¿Vostedes entenden algo? ¡Eu non! A técnica comeza co enfriamento (conxelación) de átomos de potasio case o cero absoluto (-273 grados centígrados). ¿Estas novas técnicas poderán algún día conxelar a alma dun morto un intre antes de abandonar o corpo? Unha pregunta propia dun tolo.

Santiago, 1º de febreiro, festividade de San Ignacio de Loyola

Versión original de: “Narracións tolas”, libro do autor, capítulo XXXVI.