EL
NUEVO SISTEMA FINANCIERO ESPAÑOL
La
crisis del sistema financiero español,
iniciada en el ya lejano 2008,
sigue sin resolverse y, a mi
modo de ver, las medidas que se están
tomando, lejos de resolver el
problema, lo están complicando. En
este artículo voy hacer de
“outsider” bancario, tratando de ser
objetivo en mi exposición.
Si ya
fueron equivocadas las decisiones del anterior Gobierno socialista, con la determinación de convertir las Cajas
de Ahorros en Bancos, sin explorar otras alternativas que podía
haber, entre ellas la nacionalización de las entidades en dificultades, como
hicieron los ingleses, para después
restituirlas a su antiguo “status”, previa una reforma profunda de la Ley de
Cajas de Ahorro de 1985, especialmente
en lo que respeta a sus órganos de gobierno,
y dando acceso a su financiación
en el Mercado de Valores, mediante su
transformación en Sociedades Comanditarias por Acciones --modificando la Ley de Sociedades de
Capital-- con lo cual su capital estaría
repartido entre la Fundación y
accionistas privados. Con ello se hubiera mantenido la Obra Social de estas instituciones, tan necesarias ahora mismo para paliar el
problema social de los desahucios.
Otro
grave problema fue haber permitido la absorción o fusión de este tipo de
entidades con la creación de nuevos Bancos,
sin antes haber sometido sus
Balances a una auditoría profunda y profesional, con la colaboración de los Equipos de
Inspección del Banco de España,
conocedores de la verdadera situación de cada entidad. Pero no fue así, y una parte de estas entidades fueron a
parar a Bancos ya existentes, con ayudas de dinero público, incluyendo al Banco de Valencia, cedido a
Caixa Bank, favoreciendo de esta
manera la concentración de nuestro
sistema financiero en pocas entidades, agravando
el riesgo sistémico, con el peligro que
esto representa para la economía nacional.
Para los no iniciados, hay que
decir que el riesgo sistémico se produce
o puede originarse cuando crece mucho el
tamaño de una entidad financiera,
y su quiebra puede suponer un
riesgo para la estabilidad del sistema financiero de un país.
Ahora
mismo, el grueso de nuestro sistema financiero se concentra en seis
Bancos, más Bankia (que ya veremos cómo termina después de saneada). El total de activos de estas entidades ( 1,7
billones de euros), es aproximadamente 1, 6 veces nuestro Producto Interior Bruto (año
2011: 1,07 billones de euros a precios
de mercado). El resto de las entidades (Cajas de Ahorro convertidas en Bancos, entre las que se encuentran varias que
necesitan sanearse con dinero público),
sus activos suman 490.000 millones de euros. Al
final, cuando termine todo este
proceso, la mayor parte de las Comunidades Autónomas se van a quedar sin
entidades financieras propias (Cajas de Ahorro y Bancos), lo que traerá problemas en el futuro para la financiación del sector
privado de esas Regiones. Un caso especial es del de Cataluña. Con un 20% del PIB español,
las dos principales entidades catalanas,
Caixa Bank y Banco de Sabadell,
con las absorciones realizadas,
gracias a los fondos públicos,
sus activos suponen el 50% del
PIB nacional. En las actuales circunstancias
políticas, no parece muy acertada la
permisibilidad del Banco de España y de nuestro Gobierno en potenciar el sector
financiero catalán. Ya veremos en el
futuro adónde van a parar geográficamente las inversiones de recursos de esta
distribución asimétrica de nuestro sistema bancario. Es curioso que la auditoría realizada por la
firma de auditoría “Deloitte” al Banco
de Valencia --la última entidad
endosada-- del ejercicio 2010, no tuviera salvedades. Esta misma firma auditora fue la que
elaboró el informe de “Bankia” que tuvo como consecuencia o
coadyuvó a la dimisión de D. Rodrigo Rato.
Hace algún tiempo publiqué --en Iberfinanzas.com-- un
trabajo titulado: “ El discreto encanto de las auditorías bancarias”, en
el que me extiendo sobre el papel desempeñado por las sociedades auditoras en
nuestro país.
Pero
la concentración de entidades no ha terminado.
Faltan aquellas en las que el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) ha inyectado
fondos públicos, como son:
NovaGalicia Banco y Catalunya Bank, entre otras. Sin duda,
el Banco Santander y el BBVA
están entre las sociedades absorbentes con más posibilidades. Es decir, al final de todo este proceso de
reestructuración bancaria, tendremos
entidades de gran tamaño, en función de
nuestro PIB, que tutearan
a cualquier Gobierno de la Nación (aunque tenga a su disposición el
BOE) y
habrá menos competencia bancaria,
con grave perjuicio para los
usuarios bancarios, a los que impondrán
condiciones más gravosas. Ahora mismo
las entidades emisoras de tarjetas de crédito y otras, están gravando con intereses por encima del
25% los pagos aplazados de este tipo de crédito, y ni el Gobierno, éste y el anterior, ni el Banco de España, interviene para moderar estos tipo de interés
de usura.
Mientras esto ocurre
en nuestro país, la EBA (Autoridad
Bancaria Europea), además de los “test
de estrés” realizados a las entidades
más importantes del sistema financiero europeo,
está obligando, como consecuencia
de ello, a recapitalizarse a aquellas entidades que no
han obtenido la calificación mínima exigida de capital. Bajo mi punto de vista, que los Bancos tengan de “core capital” (capital básico) el 7%
ó 9% de sus Activos,
no es demasiado importante –que también-- cuando los recursos ajenos representan alrededor del 90% de la inversión
contabilizada. Lo más importante es la
gestión del “riesgo de interés” (que
se pone de manifiesto en momentos como los actuales en que la inversión
bancaria prácticamente no existe fuera de la Deuda Pública) y “riesgo de liquidez” --en las auditorías españolas disimulado bajo
el título de “Estado de plazos
residuales” -- (que indica el grado de estabilidad financiera), además
de la gestión adecuada y primordial del “riesgo
de inversión”, para lo cual, como vengo proponiendo desde hace tiempo, es necesario que el Banco de España limite porcentualmente la inversión sectorial. Si esto se hubiera hecho hace años, la inversión inmobiliaria y residencial de nuestras entidades financieras
no alcanzaría el volumen que determinó el elevado endeudamiento exterior
y, en consecuencia, la crisis económica y financiera que estamos
padeciendo sería inexistente o más llevadera.
Para
terminar un comentario sobre la percepción y valoración de la gestión de
nuestras entidades financieras. Con fecha 29.11, “El Mundo”
publica un artículo de D. Luis María Ansón, titulado “La trampa semántica de la “crisis
bancaria”, en el que no escatima
elogios a los bancos españoles y la excelente gestión de nuestros banqueros. No sé cuál es el motivo del autor de este “botafumeiro” periodístico, sin duda exagerado y falto de objetividad. En
esta ocasión no anduvo muy fino su
autor en su sección periodística de “Canela Fina”.
Santiago, 30 de noviembre de 2012
José
Gómez Blanco.
PUBLICADO EN: “4uPress” y “diarioliberal.com”